Olga Permanyer es la Project Manager del Área de Desarrollo Global de la Fundación Nous Cims. Kuala Lumpur, Nicaragua, Colombia, Cabo Verde… a pesar de ser muy joven, su pasaporte está lleno de sellos de todo el mundo. Con todas estas experiencias en la mochila, Olga conoce de primera mano cómo es impulsar un proyecto de cooperación internacional desde el terreno. Este mes hacemos un alto en el camino para conocerla mejor.

  • ¿Dónde estabas antes de llegar a Nous Cims?
  • En ese momento trabajaba en Malasia, en Kuala Lumpur, en una consultoría de desarrollo de negocio especializada en India y Sudeste asiático. Llevaba allí casi un año y medio, y quería un cambio para volver a Barcelona, ​​de donde soy. ¡Hice la primera entrevista para entrar a Nous Cims de camino a Japón y otra en la India!
  • Estudiaste Ciencias Ambientales, ¿verdad?
  • Sí, ¡soy ambientóloga!
  • ¿Y cómo llegas al mundo de la cooperación internacional?
  • Me tengo que remontar al Bachillerato. Tuve una maravilla de tutor, que me daba clases de Matemáticas y Ciencias de la Tierra. Y este hombre, que había estudiado Geología, nos hablaba tanto sobre temas de medio ambiente, que me hizo descubrir la carrera. Realmente desde pequeña yo ya estaba muy puesta en el reciclaje y el tema del agua, pero así fue como acabé haciendo Ciencias Ambientales. Durante la carrera, hice una estancia de Erasmus en Amsterdam y me di cuenta de que la forma de abordar la educación en los Países Bajos es completamente distinta que aquí.
  • ¿En qué sentido?
  • En mi ámbito, por ejemplo, relacionan el medio ambiente con el Desarrollo Internacional. A partir de entonces, fui reconduciendo mi formación. Empecé a estudiar cuestiones de Políticas Internacionales, y decidí hacer el proyecto final de carrera en Nicaragua.
  • Y eso ya te enganchó definitivamente a la cooperación…
  • Sí. Un poco más tarde me fui con mi madre, que colaboraba con una ONG, a Gambia. Pisé el terreno con el equipo un par de veces. De vuelta a Barcelona, ​​ya me matriculé en el máster en Sostenibilidad de la UPC, y cursé la rama de Cooperación Internacional. Con mis compañeras de máster trabajamos un proyecto de educación y cambio climático en Cabo Verde con la Cátedra UNESCO.
  • Después de Cabo Verde, te vas a Timor Oriental…
  • Me surgió la posibilidad de ir a Timor Oriental, con un proyecto de impact assessment de una nueva tecnología que consiste en linternas solares y unos filtros de agua.
  • ¡Todo energías renovables! Por cierto, ¿qué es lo que más te preocupa en cuestiones medioambientales?
  • Hay tanto que me preocupa: la calidad del aire, la extinción de las especies, el deshielo, el cambio climático… Pero lo que más me preocupa, con diferencia, es el agua.
  • ¿Por qué?
  • Me angustia. No hay agua dulce. La gente no es consciente de ello, y la malgasta, y la malgasta…
  • ¿No hay agua?
  • En Barcelona, por ejemplo, malgastamos mucha agua. Como he tenido que ir a buscar agua a un pozo de Timor, y he tenido que pedir ayuda porque al intentar transportarla hasta casa con un cubo me caía toda, sé lo duro que es. Y es que no hay reservas de agua dulce. No nos damos cuenta del lujo que significa abrir un grifo y que salga agua, y dejar que caigan litros y litros hasta que esté caliente…
  • Después de Timor, ¿cuál fue tu siguiente destino?
  • Me fui a Cali, Colombia, durante un par de años, donde colaboré con una ONG, pero ésta acabo cerrando. Me quedé allí un tiempo más trabajando con otras entidades locales. De nuevo, volví a Barcelona, donde trabajé en Makers of Barcelona (MOB), un hub de innovación en emprendimiento y creatividad, e hice el Máster de Estudios Internacionales de la UAB. Gracias a la universidad, tuve la oportunidad de realizar una estancia de prácticas en Ecuador en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
  • De todo, ¿cuál es el lugar que más te ha impactado?
  • ¡Es muy difícil escoger sólo uno! Lo cierto es que coges un cariño distinto a todos los lugares en los que vives. Colombia es el lugar en el que he pasado más tiempo, ¡y quiero Cali con locura! Trabajaba en Cauca, una región muy afectada por el conflicto. Allí aprendí que los seres humanos pueden ser muy buenos, pero a la vez volverse infinitamente perversos… En Nicaragua, que es un país increíble, por ejemplo, nos tocó vivir las elecciones: ¡tuvimos que irnos del país y huir a Honduras! No nos quedó otro remedio. En cuanto a Kuala Lumpur, es una ciudad que en sí misma no es nada del otro mundo, pero te encuentras justo en el lugar muy estratégico para viajar y crecer como persona.
  • ¿Qué llevas en tu mochila personal?
  • Las experiencias modelan la personalidad y tu punto de vista.
    Lo bueno de haber pisado terreno es que puedes entender el abismo que a menudo hay del despacho al desarrollo de los proyectos en cooperación. Es que es una realidad totalmente diferente. Puedes entender por qué las obres comienzan con retraso, se paran por un aguacero, o simplemente por qué deben llevar un ritmo diferente al que estamos acostumbrados aquí.
  • ¿Eres optimista con la “nueva normalidad”?
  • Normalmente soy bastante optimista pero, aunque la situación ha cambiado un poco, creo que volveremos a ser la sociedad que éramos. ¿No podemos hacer algo que no genere guantes y bolsas de plástico? ¿Y todo de un sólo uso? Esto me indigna: en lugar de ser la solución, seguimos siendo el problema.
  • ¿Por qué?
  • Si volvemos de uno en uno en coche, pues no arreglamos nada. ¿De verdad no podemos pensar en algo mejor? Es el momento de hacerlo bien, tenemos una oportunidad para comenzar a hacerlo bien. Veremos qué pasa.
  • Precisamente en el Área de Desarrollo Global trabajáis en algunos proyectos de sostenibilidad…
  • De hecho, la pobreza está muy unida al cambio climático. Y el cambio climático agravará la situación de aquellas comunidades pobres, especialmente las mujeres, que son las que más sufren: son las que van a buscar agua, fruta, se encargan del cuidado de niños y niñas, trabajan largas jornadas…
  • ¿Cuál es el feedback que tenéis por el Covid-19 de las entidades en el ámbito internacional?
  • Todas las actividades de conjunto están paradas y las entidades se han centrado en ayudar a las familias: desde encontrar formes de sostenerse, porque viven al día; en el cuidado de niños y las niñas, porque tampoco hay escuela y sus cuidadores deben ir igualmente a trabajar; y en la distribución de alimentación y productos de limpieza básicos. En Colombia, por ejemplo, la situación es grave y, en cambio, en África de momento no lo es tanto, porque los expertos dicen que el avance de la pandemia está siendo más lento. Y puede ser que en el continente africano la tasa de contagios repunte más adelante. Lo cierto es que hay mucha incertidumbre.