NI CONTIGO NI SIN TI: REFLEXIÓN SOBRE LA INNOVACIÓN

Olga Permanyer Martinez, Program Support & Innovation Manager, Desarrollo Global.

La semana pasada en Barcelona tuvo lugar el Mobile World Congress, donde se presentan las novedades más punteras en el sector de la tecnología y las comunicaciones. Por ejemplo, este año fue el momento para los robots e inteligencia artificial, redes móviles de 5ª generación (5G), o el Metaverso, entre otras cosas. La innovación llevada a su máxima potencia. ¿Pero qué es innovar? Aunque también es posible la implementación de elementos totalmente nuevos, entendemos como innovación el proceso de tomar algo que ya existe y mejorarlo, ya sea un producto, un servicio o incluso un proceso. Pero vamos a centrarnos en la innovación tecnológica y el desarrollo digital. 

En la sociedad actual la innovación viene de la mano del frenesí consumista que nos empuja a comprar, tirar, comprar (usando el título del documental de Cosima Dannoritzer) todo guiado por una obsolescencia programada. 

Y mientras tanto, ¿qué pasa con los países en desarrollo?

Brecha digital

Se entendería que, si la definición de innovación implica ofrecer soluciones, estas deberían estar destinadas a resolver desafíos colectivos. Desde los Objetivos de Desarrollo Sostenible (desde el noveno para ser exactos: industria, innovación e infraestructura) ya se resalta el papel de la innovación para lograr encontrar soluciones a los desafíos actuales para lograr sociedades prósperas y sostenibles.  De hecho, el desarrollo digital tiene el potencial de aumentar el bienestar de las personas, la productividad de las empresas, la eficiencia y la eficacia de los Estados y la sostenibilidad medioambiental, como resultado de la sinergia de sus tres dimensiones: la economía conectada, la economía digital y la economía digitalizada [1]

Pero la realidad nos muestra la innovación y la tecnología como nuevos elementos de desigualdad: tanto en la participación para la creación, como en la apropiación y acceso. Según el Banco Mundial en su “Informe sobre el desarrollo mundial 2016: Dividendos digitales[2], el efecto de la tecnología en la productividad mundial, en las oportunidades para la base de la pirámide y la clase media, y en la propagación de la gobernanza responsable ha sido mucho menor del esperado. Que en la actualidad el 40 % de la población mundial esté conectada a través de Internet es una transformación impresionante. Y si bien estos logros deben celebrarse, también debemos ser conscientes del peligro de crear una nueva subclase social, ya que es improbable que la expansión de las tecnologías digitales por si sola signifique el fin de la brecha actual de conocimientos.

El fomento de la inclusión digital es clave, pero a finales del 2021 había 1000 millones de personas en todo el mundo que no podían demostrar su identidad, lo que limita su acceso a los servicios y oportunidades digitales. Si bien las nuevas tecnologías se están extendiendo rápidamente en todo el mundo, se estima que el 37 % de la población es decir, 2900 millones de personas aún no han usado servicios de internet. Hay, sin embargo, un dato más preocupante: en cifras de la UNESCO, dos personas de cada cinco son analfabetas en el mundo. 

La pregunta

Es razonable cuestionarnos cuándo es apropiado el impulso a la innovación en comunidades que no tienen ni los derechos básicos cubiertos. Pero a la vez, el no hacerlo ¿es participar de su exclusión? 

Desde el tercer sector podemos abordar el desarrollo tecnológico y la transformación digital, a la vez que contribuimos con proyectos e inversión para generar oportunidades y disminuir las desigualdades en temas más básicos de alfabetización o salud. Pero es clave el papel de los gobiernos para apoyar las grandes transformaciones. Sin ellos, el trabajo y esfuerzo localizado en algunas comunidades jamás lograrán la sostenibilidad deseada. Y como ya comentábamos anteriormente, la transformación digital por sí sola no contribuye a la disminución de desigualdades sin un trabajo más estructural. Del mismo modo que es clave el papel de los organismos internacionales en la priorización de fondos y el trabajo bilateral con los gobiernos de todos los países para un desarrollo sostenible y la disminución de las desigualdades.

Innovación frugal

Muy posiblemente, la solución a estos importantes retos para avanzar en digitalización e innovación pasa por la llamada innovación frugal. Conocí este concepto de la mano de nuestros colegas de Ayuda en Acción. La innovación frugal se puede definir como una metodología de diseño de producto basado en la máxima eficiencia de sus prestaciones, utilizando el menor número de recursos, y restando importancia a otras características como su aspecto. 

Se basa en tres principios básicos: simplificación, aprovechamiento y accesibilidad.  Pero además incorpora un punto básico en la manera de trabajar: se basa en la colaboración entre personas, y me atrevo a decir que va incluso más allá y esta colaboración parte de una identificación de la problemática a resolver puramente bottom-up. Evidentemente, estamos hablando de una escala probablemente menor inicialmente, ya que las grandes empresas tienen incorporados procesos más complejos para la ideación, creación y toma de decisiones a la hora de lanzar nuevos productos. Y en este caso, lo que se busca es también una respuesta más rápida, más aterrizada, pero con una solución sostenible que se base no solamente en los recursos tecnológicos de los que se disponga, sino también del ingenio. El ingenio es siempre el motor de la innovación.

Cooperación transformadora

Lo que parece evidente es que en un mundo cada vez más complejo, la ciencia, la tecnología y la innovación no pueden verse como un componente aislado de otras materias de preocupación de los gobiernos y la sociedad en general. Hace falta promover la innovación y la transformación desde todas las esferas —públicas y privadas e incluirlo en todo proceso de desarrollo de un estado o región. Y hay que conseguir la participación de todos los países para lograr un impacto real en las sociedades. Hay que trabajar por una cooperación transformadora que permita disminuir las desigualdades sociales y la heterogeneidad productiva para mejorar la competitividad y reducir la vulnerabilidad a la que se enfrentan los países en desarrollo. Y aunque, como hemos visto, hay muchas cuestiones sobre las que reflexionar, hay algo sobre lo que no tengo dudas: el futuro de la innovación es inclusivo o no tendrá futuro.  

[1] “Un camino para el desarrollo sostenible de América Latina y Caribe”, 2022, CEPAL – Comisión Económica para América Latina y el Caribe consultado el 8 marzo 2023

[2] “Dividendos digitales: panorama general”, 2016, Grupo Banco Mundial, consultado el 8 marzo 2023 https://documents1.worldbank.org/curated/en/658821468186546535/pdf/102724-WDR-WDR2016Overview-SPANISH-WebResBox-394840B-OUO-9.pdf