MÁS ALLÁ DE OFRECER UN EMPLEO A LOS JÓVENES

José A. Serrano Álvarez, Programme Manager de empleabilidad, Área de Desarrollo Global

Hace unos días republicaba en LinkedIn una noticia donde se afirmaba que en los próximos años se crearán miles de empleos en un determinado sector de la economía. Enseguida, uno de mis contactos en LinkedIn, y además amigo, contestó que era necesario que estos trabajos no fuesen trabajos basura; esto es, que no fuesen precarios y de mala calidad.

Era interesante esa puntualización porque, aunque pueda parecer una obviedad, no solo es crucial que los jóvenes puedan acceder a un empleo, sino que este sea de calidad.

Los desafíos de los jóvenes en un mundo cambiante

La actual generación de jóvenes es la más numerosa en la historia del mundo y en muchos de los países del Sur más del 60% de la población son jóvenes de entre 15 y 24 años. Nunca los jóvenes lo han tenido fácil y siempre han tenido que afrontar desafíos ‘inéditos’ respecto a épocas precedentes. Pero la actual generación de jóvenes (esto es, los nacidos en los últimos años del siglo pasado y los primeros de este siglo) han de enfrentarse a cambios que se están sucediendo a una velocidad tal que probablemente no vivió ninguna de las generaciones anteriores.

Los jóvenes son una fuerza positiva de cambio transformador y un actor fundamental de un desarrollo sostenible e inclusivo. Sus oportunidades para comunicarse, actuar e influir no tienen precedentes, como tampoco los tienen los desafíos que enfrentan, apareciendo entre ellos las nuevas formas de organizar la producción y el trabajo, los cambios tecnológicos y la revolución digital, pero también la incertidumbre económica, el cambio climático o las diversas formas de vulnerabilidad y exclusión. No está de más añadir que estas dificultades afectan en mayor manera a jóvenes pertenecientes a minorías o a grupos vulnerables.

En lo que se refiere al acceso al mercado laboral, en general y tanto en Europa como en los países del Sur, los jóvenes enfrentan mayores obstáculos que los adultos, lo cual se ve reflejado en las tasas de desempleo juvenil, las cuales suelen triplicar la de los adultos. En los países del Sur, sucede además que más de 3/4 de los trabajadores jóvenes están empleados en condiciones informales, por lo que no cuentan con ningún tipo de protección social. A ello se añade que un porcentaje importante de jóvenes no estudian ni trabajan y son los llamados Ni-Ni. En un mundo dinámico de profundas renovaciones tecnológicas, enfrentar el desafío de la empleabilidad de los jóvenes es complicado, pero en muchos países del Sur lo es más aún debido a la persistencia de sistemas educativos poco inclusivos, una mayor incidencia de la pobreza y desigualdad entre los jóvenes, y la exclusión de aquellas pertenecientes a minorías. Además, las personas jóvenes suelen verse también más afectadas por los altos niveles de inseguridad y violencia que se viven en algunos países.

Señala el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que para abordar estas problemáticas y desafíos es necesario adoptar una perspectiva integral. Es decir, los problemas del desarrollo van más allá de umbrales mínimos de ingresos, necesidades básicas o carencias para todos. Supone garantizar sistemas de protección social a lo largo del ciclo de vida de las personas, elevar los estándares laborales, mejorar la calidad de los servicios sociales, expandir el acceso a sistemas de cuidados, garantizar la paridad de género, reconocer los derechos multiculturales y plurinacionales de los pueblos y las comunidades, mejorar la seguridad ciudadana, proteger el medio ambiente, asegurar el acceso a la energía renovable y fortalecer la resiliencia ante desastres.

Precisamente, reconoce el PNUD que la juventud es clave para avanzar en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y para generar procesos de inclusión efectivos. Así, ha desarrollado una Estrategia para la Juventud con tres pilares: 1) un mayor empoderamiento económico de los jóvenes, 2) un mayor compromiso cívico y participación de los jóvenes en la toma de decisiones, la vida política y las instituciones públicas, y 3) un fortalecimiento de la participación de los jóvenes en la construcción de resiliencia.
Para el empoderamiento socioeconómico de los y las jóvenes, el trabajo decente y la creación de medios de vida son fundamentales. No solo supone incrementar la cantidad de puestos de trabajo para las y los jóvenes —con foco en quienes encuentran mayores dificultades de inclusión, como por ejemplo mujeres, indígenas, migrantes o jóvenes de zonas rurales y peri urbanas—. También requiere promover empleos de calidad y aumentar el acceso a protección social. Igualmente, requiere el apoyo a iniciativas emprendedoras mediante el acceso a financiación y a los mercados.

Pero ¿de qué hablamos cuándo nos referimos a ‘empleos de calidad? En 1999 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) al aprobar la Declaración de la OIT sobre Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo, propuso el concepto de ‘trabajo decente’ que podría servir para definir lo que son trabajos de calidad.

¿Qué es el trabajo decente?

El trabajo decente, según la OIT es un trabajo que ofrece condiciones de empleo seguras y dignas para todos los trabajadores, sin discriminación. Estas condiciones incluyen un salario justo, una jornada de trabajo razonable, seguridad en el empleo, libertad para sindicalizarse, y el respeto de los derechos humanos y laborales fundamentales.

Yendo al detalle de cada uno de los componentes del ‘trabajo decente’ un salario justo es uno que permite a los trabajadores y sus familias vivir con dignidad y tener acceso a la educación, salud y alimentos. Una jornada de trabajo razonable es aquella que no exceda el límite de 48 horas semanales y que ofrezca descansos adecuados. La seguridad en el empleo significa que los trabajadores tienen derecho a una indemnización en caso de despido. La libertad para sindicalizarse significa que los trabajadores tienen derecho a formar sindicatos y asociaciones para mejorar su situación laboral. El respeto de los derechos humanos y laborales fundamentales significa que los trabajadores deben tener libertad para expresar sus opiniones y derecho a la negociación colectiva.

La calidad del empleo en los países del Sur

Aunque el concepto de ‘trabajo decente’ ya ha sido incorporado a la agenda del empleo en la mayoría de los países, también otros organismos internacionales han hecho aportes con relación al concepto de ‘empleo de calidad’. Así, por ejemplo, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) en 2013 propuso un marco conceptual para evaluar la calidad del empleo, como elemento clave del bienestar individual y del compromiso y productividad de los trabajadores. Para ello sugería analizar la calidad de los ingresos, la calidad del entorno de trabajo, y la seguridad del mercado de trabajo.

Señalaba la OCDE que el principal problema de las economías emergentes no es tanto la falta de empleos como tal, sino la escasez de empleos de calidad. Ello es en parte reflejo de una seguridad social inadecuada, que empuja a los trabajadores a empleos de subsistencia, mal pagados. Ello implica un alto riesgo de caer en la pobreza, incluso teniendo un empleo. Son precisamente las personas jóvenes y los trabajadores poco cualificados los que acumulan un peor desempeño en términos de cantidad (tienen las tasas más altas de desempleo) y de calidad (bajos ingresos, mayor inseguridad y peor calidad del entorno laboral). Estos factores inciden negativamente en el crecimiento futuro y en la cohesión social y contribuyen al incremento de la desigualdad

¿Por qué ofrecer trabajos de calidad a los jóvenes?

Nuestro papel como sociedad es guiar a los y las jóvenes en la transición de la educación al empleo. El acceso a un empleo decente es una poderosa herramienta para la inclusión económica, pero no solo eso. Ofrecer a los jóvenes trabajos de calidad es una forma de motivarlos a desarrollar habilidades y conocimientos útiles para su futuro. Esto les ayudará a desarrollar un sentido de responsabilidad, ética de trabajo, capacidad de trabajo en equipo y habilidades de comunicación.

Para ofrecer trabajos de calidad a los jóvenes, es necesaria la implicación de los gobiernos a través de:

  1. la implementación de políticas y estrategias dirigidas a fomentar el empleo juvenil;
  2. la mejora de las competencias de los y las jóvenes a través de programas formativos, de orientación y acompañamiento;
  3. la protección de sus derechos laborales;
  4. y la promoción de medidas de protección social inclusivas, adecuadas y eficaces.

Por su parte, los empleadores deben proporcionarles un entorno seguro, respetuoso y profesional. Esto significa proporcionarles una descripción clara de sus tareas y responsabilidades, un horario de trabajo flexible, un salario justo y una oportunidad de aprender nuevas habilidades. Los empleadores también deben asegurarse de que los jóvenes reciban una orientación adecuada y que tengan la oportunidad de desarrollar sus habilidades personales y profesionales. Esto puede incluir capacitación en el lugar de trabajo, seminarios, cursos y otras actividades de formación. Finalmente, los empleadores deben asegurarse de que los jóvenes se sientan respetados y valorados en el trabajo. Esto significa escuchar sus opiniones y respetar sus ideas, alentar la participación, y hacerles saber que están contribuyendo a la empresa.

Acceder a un trabajo permite a los jóvenes ser independientes, también poder contribuir a mantener a sus familias, aportar a la sociedad en general y empezar a diseñar su futuro. En definitiva, para millones de jóvenes el trabajo es la llave que abre el camino a sus sueños. Pero para que todo eso ocurra, y como decía mi amigo, es indispensable que los empleos que se creen en el futuro sean de calidad. Es bueno tenerlo en cuenta porque precisamente hace unos pocos días se celebró el Día Internacional del Trabajo. En este día, en casi todos los países del mundo se celebran y se recuerdan las luchas históricas a través de las cuales los trabajadores y las trabajadoras fueron ampliando sus derechos. Vistos los desafíos que plantea el futuro, queda un largo camino por recorrer. No cabe duda de que uno de los más importantes es facilitar el acceso de los jóvenes al mercado de trabajo en condiciones dignas.