LA IMPORTANCIA DEL VÍNCULO: LAS RELACIONES DOCENTE – ESTUDIANTE

Lara Pérez Gisbert, Técnica de Investigación programa Komtü, Área Bienestar Emocional

En el contexto educativo actual, el proceso de aprendizaje se extiende más allá de la simple transmisión de conocimientos, ya que también se pretende promover el desarrollo íntegro del alumnado, incluyendo así la esfera socioemocional. Hay que tener en cuenta que los alumnos tienen una diversidad de necesidades que no se limitan simplemente a aprobar una asignatura (Moreno, 2010, pp. 182 visto en Gordillo Gordillo et al., 2016).

La infancia es una etapa vital en la que se empiezan a adquirir aquellas habilidades y conocimientos que les permitirán hacer frente a los posibles retos y adversidades que vayan afrontando a lo largo de sus vidas. Muchos de estos aprendizajes se basan en las relaciones entre el adulto y el niño o niña (Gordillo Gordillo et al., 2016). De forma general, podemos decir que las personas aprendemos a través de procesos muy variados. Por una parte, muchas de estas habilidades las aprendemos a través de las propias experiencias, pero también a través de aquellas que experimentan las personas de nuestro entorno. Este último tipo de aprendizaje, desde el campo de la psicología, lo explicamos a través de la Teoría Social Cognitiva (Bandura, 1986). Esta sostiene que podemos aprender a través del modelado u observación de los comportamientos de las personas afectivamente representativas para los niños y niñas (Abarca et al., 2002). Esto lleva a pensar, por lo tanto, que las relaciones positivas con adultos referentes, así como el apoyo y la conexión emocional con estas figuras, es esencial para el desarrollo positivo del niño (Sabol & Pianta, 2012; Denham, 1998; Dodge, 1986 visto en Jennings & Greenberg, 2009).

Por otra parte, hay que tener en cuenta que este tipo de relaciones se dan en sistemas variados a múltiples niveles: individual, familiar, comunitario y escolar entre muchos otros (Bronfenbrenner & Morris, 1998 visto en Sabol & Pianta, 2012). Teniendo en cuenta que las niñas y los niños pasan gran parte de su tiempo en los centros educativos, parece que estos serían un entorno particularmente importante que influenciaría su desarrollo académico, social y emocional (Roeser, Eccles, & Sameroff, 2000 visto en Braun et al., 2020). Así, se ha identificado a los docentes como figuras clave para el desarrollo cognitivo, social y emocional de los niños y niñas (Sierra et al., 2012 visto en García-Rodríguez et al., 2023).

Tal como indica Koca (2016), los maestros y maestras pueden operar como agentes sociales y afectar así no solo a las experiencias académicas, sino también a aquellas socioemocionales. Hay que tener en cuentas que cuando un maestro está en el aula con sus alumnos , se está relacionando constantemente: explica, pregunta, se comunica verbal y no verbalmente.Todo es relación dentro del proceso enseñanza-aprendizaje, todo es relación y comunicación; incluso el modo de mirar a los alumnos les está diciendo algo (Morales, 1998, pp.10 visto en Gordillo Gordillo et al., 2016). De esta forma, todas estas interacciones se dan en un contexto emocional que facilita o dificulta la actitud y capacidad emocional del niño (Gordillo Gordillo et al., 2016).

Así, los docentes no solo impulsan el proceso de aprendizaje del alumnado, sino también otros aspectos del desarrollo del niño (García-Rodríguez et al., 2023). Es por este motivo que deberíamos considerar más estas relaciones que se establecen entre docente y estudiante.

Beneficios de una relación docente-estudiante positiva y de calidad

Durante diversas décadas de investigación se ha podido ver que el vínculo alumno-maestro tiene numerosos beneficios, y no solo para el alumnado, sino también para el equipo docente. A continuación, se presentan diversos aspectos que se ven beneficiados por una relación de calidad entre maestros y alumnos.

  1. Mejora el rendimiento académico. Hay una gran parte de la literatura que ha investigado acerca del impacto de estas relaciones en el rendimiento académico del alumnado. En una revisión literaria realizada por Quin (2017), se puede ver cómo son numerosos los estudios que muestran cómo mejora el rendimiento académico en aquellas alumnas y alumnos que sienten una conexión positiva con sus maestras y maestros. Esta mejora en el rendimiento académico, generalmente, se relacionaba con un aumento en la dedicación de los alumnos y alumnas. Los hallazgos de estos estudios fueron coherentes con investigaciones previas realizadas (Cornelius-White, 2007; Roorda et al., 2011).
  2. Aumenta la motivación y dedicación al estudio del alumnado. Una relación positiva entre docente y alumnado puede tener un impacto positivo en la motivación que el alumnado tiene para el aprender (He & Qi, 2018 visto en Zou et al., 2023). Además, el hecho de que lpresten atención y hagan un esfuerzo por construir relaciones significativas con sus alumnos y alumnas, puede animar a estos a buscar ayuda cuando sienten que tienen dificultades en los estudios, lo cual influye positivamente en la motivación de los estudiantes (Freeburg & Workman, 2014 visto en Zou et al., 2023). Y no solo mejora la motivación, sino que se ha demostrado que puede también puede mejorar la dedicación del alumnado cuando existe una buena relación entre maestro y estudiante (Dommett et al., 2022 visto en Hu & Talib, 2023).
  3. Mejora el clima del aula. Desde la literatura, se considera que el clima del aula es positivo cuando el alumnado se siente cómodo, querido, valorado, aceptado y seguro en el entorno en el que interactúan con personas de confianza (Bucher & Manning, 2003; Marzano, 2003; Tableman, 2004 visto en Pearson Price, 2008). Teniendo esto en cuenta, cabe pensar que este tipo de ambientes se crean y establecen a través del tipo de interacciones que se dan en el aula, entre otros factores. Por este motivo, el tipo de relaciones que se establecen entre docentes y alumnos puede ser clave para mejorar el clima en el aula (Haynes, Emmons & Comer, 1993 visto en Pearson Price, 2008). De hecho, Thapa et al. (2013 visto en Johnson, 2022) encontraron que se podía mejorar el clima escolar a través de las relaciones interpersonales positivas que se daban en el centro educativo y que esta era una estrategia basada en la evidencia para mejorar el éxito académico del alumnado.
  4. Disminución de las conductas disruptivas. Las conductas disruptivas o comportamientos externalizantes de los alumnos son todo un reto, ya que alteran el funcionamiento de la clase (Sutherland & Oswald, 2005 visto en Hendrickx et al., 2022). Además, este tipo de comportamientos incrementan las emociones desagradables en el maestro y generan una dinámica de conflicto en la relación docente-estudiante que, a su vez, retroalimenta más este tipo de conductas disruptivas por parte del alumno o alumna (Hendrickx et al., 2022). Así, en una revisión realizada por Lei et al. (2016) se observa cómo este tipo de conductas disminuían en aquellas relaciones donde se reducían las emociones negativas, así cómo se incrementaba el afecto positivo en estas interacciones entre docente y estudiante. Otros estudios, no solo observan que este tipo de relaciones descienden los problemas de conducta, sino que, además, aumentan las conductas prosociales, es decir, aquellas dirigidas a ayudar a los demás (Quin, 2017).
  5. Aumento de la autoestima. Se ha visto que las relaciones entre docente y alumnado son centrales para la autoestima de los alumnos (Reddy, Rhodes & Mulhall, 2003; Spilt, Koomen & Thijs, 2011 visto en Lavy & Naama-Ghanayim, 2020), ya que pueden dar forma al autoconcepto del alumnado (van Aalst et al., 2021). Este tipo de interacciones se caracterizarían por la aprobación y apoyo que el maestro o maestra brinda a los alumnos. Si la relación es buena, se puede observar cómo mejora el autoconcepto social y académico del niño (Leflot et al., 2010 visto en van Aalst et al., 2021). Además, el hecho de sentir que las maestras o maestros se preocupan por ellos puede afectar directamente a sus sentimientos de valía (Mayseless, 2015 visto en Lavy & Naama-Ghanayim, 2020).
  6. Mejora del apoyo emocional. Además, en muchas situaciones, el docente actúa como base segura para devolver al la tranquilidad en situaciones estresantes (Muñoz et al., 2012 visto en García-Rodríguez et al., 2023). De hecho, ofrecer apoyo emocional es uno de los factores por los que los docentes pueden influir en el bienestar del alumnado (Buyse et al., 2009 visto en Hogekamp et al., 2016). Así, un vínculo cercano entre docente y alumno facilita que las maestra y maestros entiendan mejor las necesidades individuales de sus alumnos, con lo cual, pueden ofrecer un apoyo emocional de mayor calidad durante tiempos difíciles. A parte de esto, también se ha visto que los entornos donde se brinda gran apoyo emocional pueden promover el desarrollo de competencias sociales y de la autorregulación de los niños y niñas (Rimm-Kaufman et al. 2009 visto en Walker & Graham, 2021).
  7. Favorece el desarrollo socioemocional del alumnado. Las maestras y maestros continúan siendo figuras de referencia para los alumnos y alumnas que, no solo impulsan su proceso de aprendizaje, sino también otros aspectos del desarrollo del niño (García-Rodríguez et al., 2023). Es por esto por lo que diversos estudios examinan el papel que los maestros y maestras pueden tener en el desarrollo socioemocional de los alumnos. Por una parte, se ha podido observar que el alumnado que ve a sus docentes realizar conductas prosociales acostumbra a ser más propenso a desarrollar habilidades sociales deseables (Hajovsky et al., 2023). En esta misma línea, Liew et al. (2019 visto en Hajovsky et al., 2023), observa que, si los maestros son comprensivos, amables y, además, ofrecen apoyo a los alumnos y alumnas es más probable que aprendan y sigan este tipo de patrón de interacción con los demás. Pero, hay que tener en cuenta que no solo modelan sus habilidades sociales, sino que además las maestras y maestros les motivan a desarrollar más conductas prosociales como el autocontrol entre otras (Hajovsky et al., 2023). Por otra parte, también se observa una mejora en el plano emocional ya que, a través de esta relación, las maestras y maestros pueden enseñar mediante del modelaje competencias como la autoconciencia, la autorregulación, la conciencia social, así como la toma de decisiones responsable (Brackett et al., 2022 visto en Todmal et al., 2023). En resumen, las relaciones docente-estudiante positivas ayudan a los alumnos a desarrollar sus habilidades sociales y emocionales.
  8. Mejora el bienestar y la salud mental del alumnado. En algunos estudios se ha podido ver cómo las relaciones de apoyo entre docente y estudiante tienen beneficios para la salud mental del alumnado. Los estudiantes con un vínculo positivo tenían un nivel de estrés más bajo y, además, reportan que son más felices (Resnick et al., 1997; Natvig et al., 2003 visto en Dittmann & Forstmeier, 2022). En un estudio realizado por Zheng (2022), se ve cómo el bienestar subjetivo de los alumnos y alumnas mejora cuando se dan relaciones positivas entre docente y alumnado, entendiendo como bienestar el sentirse seguros, felices, respetados, queridos y sanos (Anderson & Graham, 2016).
  9. Aumenta el bienestar y la satisfacción del personal docente. Las relaciones positivas también contribuyen al bienestar y la satisfacción laboral del profesorado. Así, Hagenauer et al. (2015) observan como una relación cercana y cálida con los alumnos es una parte del contexto laboral que contribuye al afrontamiento exitoso de la profesión. Además, apunta que los maestros y maestras que se sienten conectados a sus alumnos es más probable que experimenten alegría y de forma menos frecuente ansiedad e ira. Por lo tanto, también mejora su bienestar. En esta misma línea Farhah et al., (2021) observan que, con este tipo de relaciones, los docentes se autoperciben de forma más positiva. Además, el hecho de saber que pueden impactar en el alumnado de manera positiva les hace sentir felices.

En definitiva, promover relaciones docente-estudiante positivas crea un espacio de aprendizaje favorable, promueve el éxito académico y contribuye al bienestar general, tanto del alumnado, como del equipo docente del centro.

¿Y cómo se puede potenciar la relación docente-estudiante?

Viendo los diversos beneficios que tiene una relación docente-estudiante positiva y de calidad, seguramente surja la incógnita de cómo es posible potenciar este tipo de relaciones. Hay que tener en cuenta, que las relaciones interpersonales se construyen de forma conjunta. Aun así, la asimetría que existe en la relación docente-estudiante hace que la responsabilidad de construir una relación positiva recaiga en gran parte en las maestras y maestros (Robinson, 2022).

Más abajo, podéis ver algunos aspectos que, como docentes, se pueden tener en cuenta a la hora de interaccionar con las alumnas y alumnos:

  1. Los pequeños gestos cuentan. Las alumnas y alumnos explican que pequeños actos de amabilidad como sonreír, ofrecer ayuda e incluso mantener conversaciones que no se limiten a lo estrictamente académico (p. ej. se pueden averiguar qué gustos tienen, preguntar cómo les está yendo el día, etc.) pueden tener un impacto a lo largo de su trayectoria académica (Krane et al., 2016 visto en Johnson, 2022). El hecho de sentir que los docentes se interesan y preocupan por ellos podría ser un elemento clave para crear y mantener una relación efectiva (Noddings, 1984, 2006 visto en Lavy & Naama-Ghanayim, 2020).
  2. Construir ambientes de confianza. Es importante poder generar entornos en los que las niñas y los niños se sientan libres de expresarse pues, solo de esa manera podremos llegar a saber cuáles son sus necesidades. Para poder generar este tipo de ambientes, es de vital importancia adoptar una mirada de no-juicio y aceptación ante ellos cuando conversamos con ellos. Tal como lo expresa Zheng (2022), los docentes deben crear aulas seguras, sensibles y humildes donde el alumnado se sienta verdaderamente escuchado.
  3. Escuchar activamente. La escucha es un elemento importante a la hora de establecer un buen vínculo con el alumnado. Para poder escuchar de manera activa, es necesaria prestar atención a aquello que nos comunican de manera íntegra. En este tipo de escucha el alumnado no solo se siente seguro y escuchado, sino que también se siente completamente comprendido (Wai-shing, 2008). Así, para practicar la escucha activa se deben tener en cuenta aspectos de la comunicación verbal (p. ej. parafrasear, hacer preguntas para clarificar y asegurarte de que has comprendido aquello que te explican, etc.) y no verbal (p. ej. mostrar una postura corporal receptiva, establecer contacto visual, etc.). De esta forma, los alumnos y alumnas se comunicarán desde un mundo emocional más profundo (Wai-shing, 2008).
  4. Establecer una buena comunicación. Para mejorar la relación docente-estudiante puede ser interesante trabajar aspectos como la comunicación asertiva y la resolución de problemas. Según Manthei (1981 visto en Hornby & Greaves, 2022) podemos mantener una comunicación asertiva teniendo en cuenta tres aspectos: la asertividad física (p. ej. posición corporal, contacto visual, expresión facial), la asertividad vocal (p. ej. prosodia, tono de voz) y los niveles de “fuerza” asertiva (p. ej. “Me gustaría que…” como nivel bajo hasta “Insisto en que…” como nivel más elevado). Si se combinan este tipo de habilidades con las de escucha, se potenciará la relación entre maestros y alumnos (Wai-shing, 2008). Por otra parte, también será importante establecer una comunicación clara y abierta con todas las partes de la comunidad educativa, incluyendo también a las familias, para fomentar un ambiente seguro y de confianza.
  5. Cultivar la autoconsciencia y la regulación emocional. El hecho de poder reconocer y gestionar las propias emociones permite a los maestros y maestras responder y comprender mejor las necesidades y comportamientos del alumnado (Jennings & Greenberg, 2009; Todmal et al., 2023). Además, permite saber cómo las propias expresiones emocionales afectan a las interacciones que se tienen con los demás. Y no solo eso, cultivar la autoconsciencia y la regulación emocional permite generar emociones como la alegría y el entusiasmo (Jennings & Greenberg, 2009), lo que fomenta un vínculo positivo entre docente y estudiante. Una manera de cultivar estas habilidades puede ser a través de la reflexión de las propias experiencias y prácticas educativas, adoptando una actitud de aceptación y no-juicio.
  6. Dar apoyo, respetando su autonomía. Es importante ofrecer apoyo al alumnado, aunque es importante hacerlo otorgándoles cierta autonomía y confiando en sus capacidades. De esta forma, su autoeficacia, es decir, la medida en que se sienten capaces de hacer las cosas se verá reforzada, lo cual impactará tanto en su autoestima como en su motivación. Además, este tipo de apoyo mejoraría la relación con el alumnado. Según el estudio realizado por Zou et al. (2023) emplear un estilo motivacional de apoyo a la autonomía por parte de los maestros y maestras favorecía el desarrollo de relaciones harmoniosas y positivas entre maestros y alumnos.
  7. Mostrar empatía y comprensión. Cuando se reconocen y comprenden las emociones de un estudiante, la maestra o maestro puede responder de manera efectiva a las necesidades que tiene el alumno o alumna (Jennings & Greenberg, 2009). De esta forma, mostrar empatía y, por lo tanto, sensibilidad por las necesidades del alumnado permite al docente ofrecer un apoyo y guía adecuados, teniendo en cuenta las diferencias individuales (Jennings & Greenberg, 2009; Todmal et al., 2023). Estas cualidades permiten construir relaciones docente-estudiante más sólidas y que se basan en el apoyo y la comprensión.
  1. Dar retroalimentación y celebrar los logros. Esto puede contribuir a que se generen interacciones positivas entre alumno y maestro. Hay que tener en cuenta que el docente tiene un papel importante el bienestar del alumnado y una de las formas en que puede impactar es a través de la retroalimentación o feedback que hace a sus alumnas y alumnos (Mercer and Dörnyei, 2020 visto en Zheng, 2022), así como el refuerzo positivo de aquellos logros que se han conseguido. Para realizar una retroalimentación adecuada esta debe ser: específica, señalando aspectos tanto positivos como negativos de forma amigable, huyendo de comentarios en tono punitivo. Será importante siempre finalizar la retroalimentación destacando algún aspecto positivo, de tal forma que no se impacte negativamente en la autoestima del alumno o alumna.
  2. Establecer momentos de autocuidado. Autocuidado puede entenderse de forma muy amplia pues se engloban aquí aquellas actividades y prácticas que nos aporten bienestar. Llevar a cabo pequeños momentos de autocuidado puede ayudar a prevenir el burnout del equipo docente y fomentar el bienestar de toda la comunidad educativa. Recordemos que el burnout es algo que amenaza a la calidad de las relaciones que se pueden establecer con los alumnos y alumnas (Jennings & Greenberg, 2009)

¿Y cómo puede contribuir un programa de bienestar emocional?

Los programas de bienestar emocional pueden contribuir al desarrollo de algunas de las propuestas anteriores, por eso, pueden jugar un papel crucial en la promoción de las relaciones positivas entre docente y estudiante.

Este tipo de programas están diseñados para promover el desarrollo de las competencias socioemocionales en todo el ámbito escolar, poniendo el foco central en el bienestar del alumnado. No obstante, Gimbert et al. (2023) destaca la importancia de no solo focalizar este tipo de intervenciones en los niños y niñas, sino también en los maestros y maestras, ya que el modelaje que pueden hacer puede tener gran impacto en los estudiantes. Por esto, será importante formar al personal del centro escolar en competencias socioemocionales y, en la medida de lo posible, integrarlas en el currículum escolar de forma congruente (Weissberg & Cascario, 2013 visto en Sophia et al., 2020).

Así, los docentes podrán transmitir estas competencias de forma efectiva a los alumnos y alumnas, en tanto que estará presente en el día a día del centro. Además, también podrán incorporar pequeñas prácticas en las rutinas de clase para favorecer el desarrollo socioemocional del alumnado (Sophia et al., 2020). De esta forma, se ha visto que cuando el aprendizaje socioemocional se convierte en el centro de la escuela, la relación entre docente y estudiante mejora (Durlak et al., 2017; Jones et al., 2013 visto en Gimbert et al., 2023).

En resumen, hemos visto que la relación que se establece entre docente y estudiante es de vital importancia para el desarrollo de los estudiantes, especialmente en las etapas más tempranas. Este tipo de relación puede tener impacto en aspectos muy diversos como por ejemplo, el rendimiento académico, el bienestar de alumnos y docentes, así como del desarrollo socioemocional del alumnado entre otros. Por este motivo, puede ser interesante participar de programas que nos permitan adquirir las estrategias necesarias para potenciar esta relación tan importante y que, recordemos, también tiene un impacto en el bienestar y satisfacción del propio equipo docente.

De este modo, este artículo ha surgido como un pequeño recordatorio de lo esencial que resulta el vínculo. Porque cada pequeño detalle que realizamos durante nuestro día a día, en nuestras interacciones, puede ser una pequeña semilla que depositamos en la otra persona, ya sea de forma consciente o inconsciente. Desde una pequeña sonrisa en el instante oportuno hasta el apoyo que damos en los momentos duros. Esta semilla, si además la regamos cada día a través de calidez, sinceridad y escucha, puede ser que, con el tiempo, acabe germinando. Así, esa pequeña sonrisa se puede convertir en un motor para afrontar nuevos retos y tareas más difíciles, y ese momento de apoyo puede hacer que un alumno o alumna retome esa fuerza que no sentía que tenía. Al final, simplemente tenemos que recordar que de algo tan diminuto como una semilla puede crecer hasta convertirse en algo tan grande como un árbol; eso sí, si nos tomamos el cuidado de regarla tal como necesita.

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