JUGANDO A HACER CABAÑAS

El bienestar emocional a través de la naturaleza

Irene Cervera Buisán, Programme Manager Programa Komtü

Muchos de los recuerdos que tenemos de nuestra niñez están vinculados con la naturaleza. Son recuerdos jugando en un bosque, en un parque, en prados, en la playa, con las olas o al lado del mar, haciendo castillos en la arena. En esta etapa de la vida, poder tener contacto con la naturaleza es vital para el buen desarrollo físico, pero también emocional y espiritual.

Conectar con la naturaleza y otras formas de vida es algo innato en las personas, y esta necesidad que tenemos se denomina biofilia. El biólogo Edward O. Wilson desarrolló esta teoría en su libro de 1984, “Biophilia”.

La biofilia ha sido estudiada en varios ámbitos, incluidos el de la arquitectura, la psicología, la biología, y la salud ambiental. Un estudio publicado en la revista “Frontiers in Psychology” investigó los efectos de la exposición a la naturaleza en la salud. Los autores concluyeron que “la naturaleza tiene un efecto beneficioso sobre la salud mental y física, y que las personas que tienen más contacto con ella tienen una mejor salud en general” (Kuo, Barnes, & Jordan, 2019).

Según el proyecto Phenotype del Instituto de Salud Global de Barcelona, realizado en cuatro ciudades europeas, las personas adultas que durante su infancia tuvieron más contacto con espacios naturales podrían tener una mejor salud mental que aquellas que estuvieron menos expuestas a la naturaleza. Cómo se concluye en este estudio, la “exposición en espacios naturales al aire libre se ha asociado con varios beneficios para la salud, como un mejor desarrollo cognitivo y un mejor bienestar mental y físico” (ISGlobal, 2019).

Una nueva investigación de la ISGlobal, publicada recientemente en la revista Environment International, estima las mejoras en la salud mental que derivarían de un incremento en la superficie verde de Barcelona. Se calcula que “se podría reducir un 14% de los casos anuales de mala salud mental autopercibida, un 13% de las visitas a profesionales de la salud mental y del uso de antidepresivos y un 8% del uso de tranquilizantes/ansiolíticos”. Estos datos y beneficios en la salud mental de la ciudadanía, implicaría un ahorro de 45 millones de euros anuales en costes directos e indirectos de salud mental (ISGlobal, 2023).

El síndrome o trastorno por déficit de naturaleza fue introducido por Richard Louv en su libro de 2005, “Last Child in the Woods: Saving Our Children from Nature-Deficit Disorder” (El último niño en el bosque). Este trastorno describe la disminución de la exposición a la naturaleza en la vida cotidiana y los efectos negativos que puede tener en la salud y el bienestar de las personas, especialmente en los niños y niñas.

El trastorno por déficit de naturaleza ha sido objeto de numerosos estudios e investigaciones en las últimas décadas. Un estudio publicado en la revista “Environmental Health Perspectives” concluyó que “la falta de contacto con la naturaleza puede tener efectos negativos en la salud mental y física, incluyendo la depresión, la ansiedad, el estrés, la obesidad infantil, y la diabetes tipo 2” (Bratman, Hamilton, & Daily, 2012). Y como efectos positivos, un estudio publicado en la revista “Landscape and Urban Planning”, muestra que “la exposición a la naturaleza puede reducir la presión arterial, la frecuencia cardíaca, y el estrés psicológico, y puede mejorar la salud mental y el bienestar” (Hartig, Mitchell, de Vries, & Frumkin, 2014).

En el caso de los niños y niñas, el contacto con la naturaleza fomenta el juego activo, un aspecto clave para evitar el sobrepeso y la obesidad. Por otro lado, mejora las habilidades motoras, como por ejemplo la coordinación, la agilidad y el equilibrio, y también, facilita el desarrollo de competencias socioemocionales y habilidades sociales, reduciendo la ansiedad y la depresión (Louv, 2005).

Por otro lado, la exposición a espacios verdes y azules (río, lago, mar,…) en la infancia se asocia con cambios estructurales en la anatomía del cerebro. Esta es la principal conclusión de un estudio publicado a Environmental Health Perspectives y liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), el proyecto Breath (2018).

Observando todos estos beneficios, es importante que las escuelas consideren la naturaleza como un recurso educativo valioso que contribuye al bienestar emocional de los niños y niñas, puesto que es un aspecto básico de su desarrollo integral, de sus competencias socioemocionales, y la mejora de su aprendizaje.

La educación en contacto con la naturaleza potencia el rendimiento escolar, la creatividad y el espíritu crítico. El hecho de conectar con la naturaleza durante nuestra infancia, nos aporta grandes beneficios en la función cognitiva, mejorando la capacidad de atención y la memoria y fomentando al mismo tiempo el aprendizaje. También tiene efectos positivos en el desarrollo emocional y social, puesto que permite ganar autoestima y autoconfianza para hacer frente a los retos y adversidades del futuro, reduce el estrés y la agresividad, promueve el control de los impulsos y mejora las habilidades sociales, la creatividad y la imaginación.

Cómo señala Heike Freire, defensora de la “pedagogía verde”, experta en educación ambiental e infantil y desarrollo sostenible, “la naturaleza es un lugar donde los niños y niñas pueden aprender a regular sus emociones, a resolver conflictos, a trabajar en equipo y a desarrollar habilidades sociales” (Freire, 2017). De este modo, se fomenta la empatía, la cooperación y la resolución de problemas, competencias emocionales que son fundamentales para la vida.

Esta misma teoría la refuerza Karen Armstrong (2011), autora del libro “Doce Pasos hacia una Espiritualidad Compasiva”, que señala como la comprensión de la interconexión con la naturaleza, puede fomentar la empatía y la compasión hacia las otras personas, lo cual es esencial para la salud emocional y la convivencia pacífica.

Actualmente, teniendo en cuenta las evidencias científicas de los beneficios de la naturaleza en las personas, y la situación actual de emergencia climática, las acciones que se realizan en el ámbito escolar están dirigidas a la adaptación de su espacio físico, donde los niños y niñas pasan muchas horas. El objetivo principal es mitigar el cambio climático y mejorar la calidad de vida de las personas, incidiendo en su bienestar general, su salud mental y física.

En esta línea, se han realizado en Barcelona proyectos en centros educativos, impulsados por el mismo Ayuntamiento. Desde el 2020 se lleva a cabo el proyecto “Adaptar escuelas al cambio climático a través del verde, el azul y el gris” y desde el 2019, el programa “Transformamos los patios”, que pretende mejorar “tanto los espacios físicos como las dinámicas y relaciones que se acontecen”, creando patios más naturalizados, coeducativos y comunitarios.

La conexión con la naturaleza es una herramienta muy valiosa para promover el bienestar emocional en las escuelas. Pero, aparte de modificar el espacio físico del centro e introducir la naturaleza en el mismo, también se tienen que llevar a cabo otras acciones para facilitar esta conexión de los niños y niñas y de toda la comunidad educativa con el entorno natural. Un ejemplo son los huertos que ya están presentes en algunos centros educativos, la jardinería, los paseos regulares por parques, zonas verdes o azules de las ciudades o sus alrededores, la observación e identificación de la fauna y la flora, impartir actividades académicas al aire libre o en espacios naturales y la realización de proyectos de investigación sobre el medio ambiente.

El Departamento de Medio Ambiente de la Diputación Floral de Guipúzcoa, realizó en el 2020 un estudio a niños y niñas del territorio entre 8 y 12 años para conocer su grado de conexión con la naturaleza. Concluyó que la conexión y el conocimiento de los niños y niñas sobre la naturaleza y la biodiversidad está disminuyendo. Teniendo en cuenta estos resultados, y los beneficios físicos, psicológicos y sociales de los espacios naturales en nuestra salud y bienestar, se impulsó el servicio Gnat Konekta. Este ofrece un catálogo con todas las actividades y recursos de Guipúzcoa para favorecer la conexión de la ciudadanía, y especialmente de los niños/as y las personas jóvenes, con la naturaleza, al aire libre y también desde casa.

En el ámbito internacional encontramos diferentes iniciativas de estas prácticas, que han tenido un impacto en la comunidad educativa. Proyectos que también sirven como ejemplo a la hora de promover estas acciones en diferentes escuelas y localidades, teniendo en cuenta la desigualdad económica y social, la cual también supone un obstáculo a menudo para tener acceso a la naturaleza. A continuación se citan dos realizadas en los Estados Unidos, y dos en Inglaterra:

  • Children & Nature Network (C&NN) es una red impulsada por Richard Louv, y parte de que la naturaleza hace que los niños y niñas sean más sanos, felices e inteligentes. Ofrece recursos y herramientas en toda la comunidad educativa, a las familias, educadoras y organizaciones que trabajan por la salud física y mental del alumnado.
  • GreenKids (EE. UU.) es un programa financiado por Nature Forward con el apoyo del Instituto Médico Howard Hughes. Ofrece en las escuelas públicas recursos gratuitos, lecciones y experiencias de campo para fomentar el contacto con el entorno natural y la alfabetización ambiental.
  • Nature Friendly Schools (UK) es un programa liderado por la organización Wildlife trust, que demostró como un aumento de actividades escolares realizadas en entornos naturales contribuye a mejorar la salud mental y el bienestar, implicando la comunidad educativa. Se diseñaron programas para aumentar la confianza del personal docente para dar clases al aire libre, y crear redes de escuelas con capacidad para incorporar la naturaleza en la vida cotidiana del alumnado.
  • Connect with Nature School Pack (UK), ha sido impulsado por el Peer Education Project, un programa de salud mental para secundaria. Este programa ha trabajado con alumnado y personal el material escolar Connect with Nature, disponible para todas las escuelas del Reino Unido. Este, proporciona herramientas y recursos para ayudar a los niños y niñas a conectar con la naturaleza.

Queda patente, pues, que incluir la naturaleza en las escuelas facilita el aprendizaje, y los niños y niñas disfrutan de un mayor bienestar físico y emocional, y tienden a desarrollar estilos de vida más saludables durante la edad adulta. También muestran una actitud más respetuosa con el medio ambiente y son más conscientes de la importancia de tener cura de su entorno y del desarrollo sostenible.

Cómo expresa el Dr. Juan Antonio Ortega-García, Pediatra Medioambiental y coordinador del Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría,

“reconectar la infancia en el entorno escolar con la naturaleza contribuye a crear ciudadanos más libres, creativos en sociedades más interconexionadas con la salud del planeta” (Faros San Juan de Dios, 2022, p. 277).

Es importante y necesario que la naturaleza forme parte de nuestro día a día, en todas las épocas de nuestra vida, y tenemos que promover esta relación con el medio natural desde la infancia. Por lo tanto, es vital que los niños y niñas experimenten con la naturaleza, se maravillen y descubran su valor, desarrollando un sentido de conexión y respeto hacia su entorno y el espacio donde viven y, en consecuencia, hacia el planeta y su propia vida.

Conectemos la escuela con la naturaleza, trasladando acciones y actividades del aula a entornos naturales; en el bosque, en el parque, en el río, en la playa, y así los niños y niñas, y nosotros, continuaremos jugando a hacer cabañas.

Armstrong, K. (2011). Twelve Steps to a Compassionate Life. Alfred A. Knopf.

Bratman, G. N., Hamilton, J. P., & Daily, G. C. (2012). The impacts of nature experience on human cognitive function and mental health. Environmental health perspectives, 120(7), 958-966.

Dadvand P., Pujol, J., Macià D., Martínez-Vilavella G., Blanco-Hinojo L., Mortamais M. Álvarez-Pedrerol M., Fenoll R., Esnaola M., Dalmau-Bueno A., López-Vicente M., Basagaña X., Jerrett M., Nieuwenhuijsen M., Sunyer J. The Association between Lifelong Greenspace Exposure and 3-Dimensional Brain Magnetic Resonance Imaging in Barcelona Schoolchildren. Environmental Health Perspectives, February 2018, https://doi.org/10.1289/EHP1876

Vidal, D., Pereira, E., Cirach, M., Daher, C., Nieuwenhuijsen, M., Mueller, N. An urban green space intervention with benefits for mental health: a health impact assessment of the Barcelona “Eixos Verds” Plan. Environment International, 2023. https://doi.org/10.1016/j.envint.2023.107880

Faros Sant Joan de Déu (2022). Quadern 13: L’ambient i el seu impacte en la salut maternoinfantil: a què ens enfrontem? Una crida a la reflexió i a la sensibilització Barcelona: Hospital Sant Joan de Déu (ed). Disponible a: https://faros.hsjdbcn.org/ca

Freire, H. (2017). Educación infantil y desarrollo sostenible: Nuevos retos y oportunidades. Editorial Octaedro.

Hartig, T., Mitchell, R., de Vries, S., & Frumkin, H. (2014). Nature and health. Annual review of public health, 35, 207-228.

Myriam Preuss, Mark Nieuwenhuijsen, Sandra Márquez, Marta Cirach, Payam Dadvand, Margarita Triguero-Mas, Christopher Gidlow, Regina Grazuleviciene, Hanneke Kruize y Wilma Zijlema. Low Childhood Nature Exposure is Associated with Worse Mental Health in Adulthood. International Journal of Environment Research and Public Health. 22 May 2019. Artículo: El contacto con entornos naturales durante la infancia podría beneficiar la salud mental en la edad adulta. ISGlobal. El contacto con entornos naturales durante la infancia podría beneficiar la salud mental en la edad adulta – Noticia – ISGLOBAL

Kuo, M., Barnes, M., & Jordan, C. (2019). Do experiences with nature promote learning? Converging evidence of a cause-and-effect relationship. Frontiers in psychology, 10, 305.

Louv, R. (2005). Last Child in the Woods: Saving Our Children From Nature-Deficit Disorder. Algonquin Books.

Wilson, E. O. (1984). Biophilia. Cambridge, MA: Harvard University Press.