EL VALOR DEL BIENESTAR EMOCIONAL EN LOS CENTROS EDUCATIVOS

Clara Sau, Project Manager Komtü Programme.

En los últimos años, después de los altos niveles de estrés, miedo e incertidumbre vividos durante la pandemia, el papel de las escuelas en la promoción de la salud mental se ha convertido en un debate central en el ámbito educativo (Cardona, 2021). Los centros educativos son entornos donde niños y niñas pasan la mayor parte de su tiempo durante la etapa de crecimiento y formación, momento crucial para el desarrollo social, emocional y académico. En el entorno educativo, el abordaje de la salud mental se puede de manera preventiva para reducir la posibilidad de desarrollo de trastornos mentales graves en el futuro.

La salud mental no es solo la ausencia de enfermedad, sino que también incluye la promoción del bienestar en los ámbitos social, emocional y conductual, así como la capacidad de afrontar retos vitales con resiliencia (Hoovers et al., 2019). Una buena salud mental es fundamental para el desarrollo académico y personal de los niños. Varios estudios, como el de McCann et al. (2020), demuestran que los estudiantes que reciben apoyo socioemocional obtienen mejores resultados académicos y presentan un comportamiento más positivo en el aula.

Promover el bienestar emocional está relacionado con una mayor participación en el proceso de aprendizaje y un mayor sentimiento de conexión y bienestar personal. Además, ayuda a reducir el absentismo y abandono escolar, previniendo situaciones de bullying y violencia.

El trabajo y desarrollo socioemocional comporta beneficios como una mejor comprensión de uno/a mismo/a, la construcción de una identidad sana, la capacidad de establecer relaciones constructivas y saludables con los otros, el éxito académico y laboral, así como la capacidad de adaptarse a los cambios o superar posibles adversidades. La salud mental es un componente esencial por el desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes. Cuando los y las alumnas aprenden a conocerse a sí mismos, a comprender sus emociones y afrontar los desafíos de manera saludable, están mejor preparados para afrontar la vida adulta y sus retos (Hoovers et al., 2019).

Por esta razón, es importante que las escuelas prioricen y ofrezcan recursos para promover el desarrollo socioemocional de los estudiantes, creando un clima escolar estimulante, seguro y sano, propicio para el crecimiento personal y académico. Un entorno escolar que promueva el bienestar emocional ofrece apoyo y recursos a los alumnos para que aprendan a identificar sus emociones, desarrollen habilidades de regulación emocional y construyan relaciones positivas con sus compañeros y profesores. A la vez, ofrece a los adultos las herramientas y recursos necesarios para acompañar los alumnos en este proceso.

A pesar de que la mayor parte de la atención y promoción de la salud mental en las escuelas se centra en las necesidades de los niños, también es esencial explorar maneras de apoyar a los docentes y al personal escolar que acompaña a los y las niñas en su proceso de desarrollo (Hué, 2012). En el contexto actual, la educación es mucho más que transmitir conocimientos académicos; también implica promover el bienestar emocional, social y relacional de los alumnos y para poder hacerlo los docentes requieren de formación, herramientas y recursos, y a la vez, de un entorno laboral que promueva su propio bienestar.

Los y las docentes ejercen un papel esencial en la formación de niños y adolescentes. Su tarea es crucial para el futuro de las nuevas generaciones, que navegan una realidad más compleja que nunca; con un aumento de los diagnósticos de salud mental, estímulos y presión social a través de las redes, contextos socioeconómicos inestables, incertidumbre climática, movimientos migratorios, entre otros retos (Cardona, 2021). Acompañar a los niños en el contexto actual no es sencillo y a menudo los profesores enfrentan desafíos significativos en su entorno laboral que pueden impactar negativamente en su bienestar emocional. Entre otras, la presión por el rendimiento académico, agresiones o conductas desafiantes por parte de alumnos o familias, grupos-clase complejos de gestionar, o agotamiento y fatiga por la alta carga laboral y las dificultades de gestión, entre otras.

El bienestar emocional de los docentes se refiere a su capacidad de gestionar el estrés, las presiones y las demandas profesionales mientras mantienen un equilibrio emocional adecuado (Hué, 2012). Los docentes que disfrutan de un buen estado emocional están más motivados, disfrutan su trabajo y se muestran más propensos a implicarse de manera positiva con sus alumnos y las actividades educativas.

Varios estudios han demostrado una estrecha relación entre el bienestar emocional de los docentes y el rendimiento académico de los alumnos (Cortés y Ruiz, 2021). Cuando los profesores ofrecen un apoyo cariñoso, muestran empatía y fomentan la inclusión y el respeto, crean un entorno seguro y positivo que favorece el bienestar emocional de los y las alumnas. Si los docentes se encuentran emocionalmente equilibrados y satisfechos en su lugar de trabajo, son más propensos a ofrecer una enseñanza de calidad y a generar un entorno de aprendizaje positivo. Además, las relaciones con los adultos tienen un papel central en el desarrollo de la regulación social y emocional de los niños (Nelson, Kendal y Shields, 2013), y durante muchas horas al día, los y las maestras son el espejo donde los niños observan y aprenden.

Apoyar el bienestar emocional de los docentes implica reconocer sus necesidades emocionales, proporcionar un clima laboral de bienestar, y también proporcionarles recursos y oportunidades de desarrollo profesional, así como las herramientas y recursos necesarios para acompañar a los niños. Los programas de formación en técnicas de gestión de grupos complejos, del estrés y la frustración, la creación de un clima escolar positivo y el fomento del autocuidado son aspectos esenciales para mejorar el bienestar laboral del colectivo docente. Cuando los docentes se encuentran emocionalmente sanos, se benefician ellos y también toda la comunidad educativa.

El bienestar emocional de los alumnos y el bienestar emocional de los docentes están intrínsecamente relacionados. Para conseguir una educación de calidad hay que atender las necesidades emocionales tanto de los alumnos como de los docentes. Fomentar un entorno escolar que priorice el bienestar emocional permitirá una mejor interacción y colaboración entre docentes y alumnos, promoviendo un aprendizaje más significativo y un desarrollo integral para todos los miembros de la comunidad educativa.

Muchas escuelas incorporan programas de aprendizaje social y emocional, que ayudan a los estudiantes a desarrollar habilidades para comprender y expresar sus emociones, establecer relaciones positivas y resolver conflictos de manera constructiva. Abordando la prevención y promoción de la salud mental desde un punto de vista sistémico e integral, propiciando un cambio de mirada hacia el acompañamiento emocional.

Desde el programa Komtü acompañamos al personal docente, no docente y las familias, promoviendo la adquisición de herramientas y recursos que los permitan acompañar a los niños en el desarrollo de las competencias personales, emocionales y sociales. A lo largo de los tres cursos de implementación del programa, se realiza formación y se instauran en las escuelas espacios en los que poder compartir, observarse y avanzar en la mejora del bienestar emocional en el centro. Ganando en cohesión, comunicación y adquiriendo estrategias de autocuidado, que acontecen pilares en la dinámica de las escuelas que participan en el programa, para mantener la esencia al finalizar la implementación.

Es importante que las escuelas y centros educativos acontezcan espacios desde donde promover y acompañar el bienestar emocional de los niños. Para conseguirlo, hay que dotar a los adultos que los acompañan de las herramientas y recursos necesarios, y también de espacios de cura y bienestar. De todos modos, para que el cambio de mirada de las escuelas tenga impacto a nivel social, también hace falta que la prevención de la salud mental acontezca central en todas las áreas sociales, desde el entorno familiar hasta las actividades de ocio y la atención de la salud, a través de políticas sociales, programas y estrategias comunitarias (Shonkoff, 2010). Priorizando el bienestar y el acompañamiento emocional, podremos acompañar a niños/as, adolescentes y adultos a afrontar los retos de futuro de manera sana y resiliente.

Bibliografía:

Cardona, M. (2021) Apoyo a las necesidades sociales, emocionales, conductuales y de salud mental de niños y estudiantes. Departamento de Educación de EE.UU. Recuperado en: https://www2.ed.gov/documents/students/apoyo-a-las-necesidades-sociales-emocionales-conductuales-y-de-salud-mental-de-ninos-y-estudiantes.pdf

Cortés Valiente, J. A. i Ruiz Segarra, M. I. (2021) Bienestar emocional del docente de educación inicial. Prácticas, investigación, innovación y perspectivas de la educación inicial, 131-138. Recuperado en: http://repositorio.unae.edu.ec/handle/56000/2146

Hoover, S., Lever, N., Sachdev, N., Bravo, N., Schlitt, J., Acosta Price, O., Sheriff, L. & Cashman, J. (2019) Advancing comprehensive school mental health: Guidance from the field. Baltimore, MD: National Center for School Mental Health. University of Maryland School of Medicine. Recuperado en: https://www.schoolmentalhealth.org/media/SOM/Microsites/NCSMH/Documents/Bainum/Advancing-CSMHS_September-2019.pdf

Hué García, C. (2012). Bienestar docente y pensamiento emocional. Revista Fuentes, (12), 47–68. Recuperado en: https://revistascientificas.us.es/index.php/fuentes/article/view/2467

MacCann, C., Jiang, Y., Brown, L. E. R., Double, K. S., Bucich, M., & Minbashian, A. (2020). Emotional intelligence predicts academic performance: A meta-analysis. Psychological bulletin146(2), 150–186. https://doi.org/10.1037/bul0000219

Nelson, H. J., Kendall, G. E., & Shields, L. (2014). Neurological and biological foundations of children’s social and emotional development: an integrated literature review. The Journal of school nursing : the official publication of the National Association of School Nurses, 30(4), 240–250. Recuperado en: https://doi.org/10.1177/1059840513513157

Shonkoff J. P. (2010). Building a new biodevelopmental framework to guide the future of early childhood policy. Child development, 81(1), 357–367. Recuperado en: https://doi.org/10.1111/j.1467-8624.2009.01399.x