COMUNICAR EN EL TERCER SECTOR: LA ORATORIA COMO ALIADA

Marina Caymari, técnica de comunicación.

La Real Academia Española define la oratoria como “el arte de hablar en público de manera elocuente y persuasiva. Implica el uso de técnicas específicas para comunicar ideas de forma clara, convincente y efectiva, con el objetivo de influir en la audiencia”.

A menudo asociamos la oratoria con la política o el mundo empresarial, pero rara vez la consideramos una herramienta vital para el tercer sector. Sin embargo, ¿no tenemos proyectos que comunicar y audiencias a las que persuadir, motivar y atraer?

En una sociedad permanentemente conectada, donde prevalecen los mensajes cortos y efímeros, la capacidad de conectar con el público se ha convertido en un verdadero desafío para cualquier entidad.

En este artículo, exploramos cómo podemos mejorar nuestra oratoria para fortalecer la comunicación con voluntarios, beneficiarios y actores clave de un proyecto social sin hablar de los temibles brazos cruzados o de las poderosas pausas dramáticas.

El punto de partida

Simon Sinek, experto en liderazgo y motivación, propone en su teoría del Golden Circle que los líderes y organizaciones más exitosos inspiran y conectan mejor con su audiencia cuando comunican primero el “por qué” — su propósito o razón de ser — antes de explicar el “cómo” — su proceso o valores — y el “qué” — su producto o servicio. Según Sinek, “la gente no compra lo que haces; compra por qué lo haces. Y lo que haces simplemente demuestra lo que crees”.

Hablar desde el “por qué” es hablar desde la autenticidad. Aquí no hay matices, especificaciones ni comparaciones, solo un propósito, un objetivo, una meta, una creencia.

En el tercer sector, la teoría del Golden Circle adquiere una relevancia especialCuando una entidad comunica primero su “por qué”, logra inspirar y movilizar a su de manera más efectiva.

Manteniendo el equilibrio

Conectar emocionalmente con la audiencia es crucial para crear un vínculo profundo y duradero. ¿Pero por qué es tan importante esta conexión emocional?

Varios estudios sostienen que recordamos mejor aquello que nos afecta emocionalmente. Un ejemplo es el de Cahill y McGaugh (1995), quienes investigaron cómo las emociones influyen en la consolidación de la memoria.

Este estudio demuestra que los eventos que nos afectan emocionalmente tienden a ser recordados con mayor claridad y detalle que los eventos neutrales. Esto se debe a la activación de la amígdala cerebral, que juega un papel crucial en el procesamiento de emociones y en la formación y almacenamiento de recuerdos emocionales.

Como podemos ver, la emoción permite conectar de manera profunda y personal, evocando sentimientos que pueden motivar y persuadir. Sin embargo, no debemos olvidar la importancia de la racionalidad, que aporta estructura, lógica y credibilidad, asegurando que el mensaje sea comprendido y aceptado conscientemente.

Según Nancy Duarte, los grandes comunicadores combinan sin esfuerzo la emoción con la racionalidad para crear mensajes que resuenan tanto a nivel personal como intelectual, fomentando una conexión y comprensión más profunda con su audiencia. (Duarte, 2019).

Así, un orador que combina adecuadamente ambos aspectos puede captar la atención del público, mantener su interés y facilitar el cambio de sus actitudes o comportamientos. Esta dualidad es crucial para las entidades porque apela tanto a la mente como al corazón, lo que fortalece el mensaje y su recepción.

A quién y para qué

A la hora de comunicar, es tan importante saber cuál es nuestro propósito como entidad como conocer cuál es nuestro objetivo con esa comunicación, ya sea escrita u oral.

¿Estamos tratando de cambiar un comportamiento o aumentar la conciencia sobre algo? ¿Estamos informando o convenciendo? Reflexionar sobre el resultado deseado de la comunicación nos permitirá estructurar el mensaje de forma clara y eficiente.

Como decían Chip y Dan Heath (Heath, C., & Heath, D. 2007), debemos preguntarnos: ¿qué queremos que sepa nuestra audiencia? ¿qué queremos que piense, sienta y haga?

Por otro lado, conocer a quién nos dirigimos es esencial para que nuestra oratoria convenza, influya y genere una acción.

Wilcox, Cameron y Xifra (2012, p.238) señalan que “el conocimiento de las características de los públicos objetivo, como las creencias, actitudes, preocupaciones y formas de vida, es una parte esencial de la persuasión. Ayudan al comunicador a elaborar mensajes a medida, que sean relevantes, que satisfagan una necesidad y que proporcionen un desarrollo lógico de acciones”.

La comunicación no verbal

La controvertida comunicación no verbal también ocupa un espacio en el arte de comunicar, ya que como apunta Brooks, J. (2022), el lenguaje corporal, las expresiones faciales y el contacto visual pueden reforzar o contradecir el mensaje verbal, afectando así la recepción y el impacto del discurso.

Se ha escrito y debatido mucho sobre las buenas prácticas y los errores comunes en la oratoria — desde cruzar los brazos o mirar hacia arriba, hasta estar con las piernas abiertas como si se estuviera en un Western de John Wayne-. Sin embargo, no entraremos en este debate.

Al final, lo más importante, es ser consciente de nuestra comunicación no verbal. Saber que nuestros gestos y expresiones transmiten mensajes que pueden contradecir (o no) nuestras palabras. Y, sobre todo, no sobreactuar. La naturalidad y la autenticidad del orador es lo que nos permitirá generar credibilidad y conectar con nuestra audiencia.

Por ejemplo, si una persona muy enérgica, activa y movida, se encasilla detrás de un atril en un escenario, es probable que comience a hacer gestos que ensucian su puesta en escena, como dar pequeños saltitos (que pueden denotar nerviosismo) o mantener una mala postura.

Por el contrario, si alguien exterioriza los nervios a través de las manos, un micrófono de mano podría ser más conveniente que uno de diadema. Así, mantendrá las manos ocupadas y a la vista.

Por otro lado, si se tiende a hablar demasiado rápido y sin hacer pausas —lo cual afecta a la respiración—, habría dos trucos que podrían ser útiles. En primer lugar, apretar los dedos de los pies ayudaría a que la tensión se desplazara hacia abajo y permitiría al diafragma abrirse de nuevo. Y, en segundo lugar, si el estilo comunicativo es acelerado, siempre se pueden añadir elementos como vídeos o ejercicios para la audiencia que rompan el discurso, permitan coger aire y pausar la presentación.

Existen muchos ejercicios y consejos que pueden ayudar a mejorar la comunicación no verbal. Sin embargo, el primer paso es conocerse a uno mismo y analizar cómo se actúa al hablar. Para ello, recibir feedback de compañeros y, por qué no, grabarse durante las prácticas puede resultar esencial.

En conclusión, interiorizar y comunicar el “porqué” de tu entidad; mantener un equilibrio entre la razón y la emoción; tener claro para qué y a quién comunicas; y conocerte como orador y apoyarte en tus cualidades, hará que tú, como comunicador, puedas estar al servicio del mensaje y que tu comunicación sea efectiva y eficiente.

 

Referencias:

Real Academia Española (RAE). (s.f.). Oratoria. En Diccionario de la lengua española (23.ª ed.).

Sinek, S. (2009). Start with Why: How Great Leaders Inspire Everyone to Take Action. Recuperado de https://startwithwhy.com/.

Cahill, L., & McGaugh, J. L. (1995). A novel demonstration of enhanced memory associated with emotional arousal. Nature, 371(6499)

Duarte, N. (2019). “DataStory: Explain Data and Inspire Action Through Story”. Hoboken: Wiley.

Heath, C., & Heath, D. (2007). “Made to Stick: Why Some Ideas Survive and Others Die”. New York: Random House.

Wilcox, D. L., Cameron, G. T., & Xifra, J. (2012). Relaciones públicas. Estrategias y tácticas (10.ª ed.). Pearson Educación.

Brooks, J. (2022). “The Power of Nonverbal Communication: How to Use Body Language to Persuade and Influence.” New York: HarperCollins.