En el Día Mundial de la Nutrición, cada 28 de mayo, recordamos la importancia de una nutrición adecuada para la salud y el bienestar.

Todavía hay miles de millones de personas en el mundo que no pueden permitirse una dieta sana. Un informe reciente de Naciones Unidas recuerda que, si bien el mundo ha avanzado en el suministro de calorías suficientes para alimentar a la población mundial, aún queda un largo camino por recorrer para alimentar de forma sostenible a todas las personas, en todas partes.

Las personas en situación de vulnerabilidad a menudo se encuentran con desafíos que dificultan el acceso a una nutrición adecuada. Estas barreras pueden incluir limitaciones económicas, falta de acceso a alimentos frescos y saludables, educación nutricional limitada y dificultades para adquirir habilidades culinarias básicas. Sin embargo, es crucial abordar estas barreras y trabajar juntos para superarlas. La malnutrición en todas sus formas (la desnutrición, las carencias de micronutrientes, el sobrepeso y la obesidad) puede tener efectos devastadores en la salud y el bienestar de las personas, especialmente en los niños/as. La falta de nutrientes esenciales puede retrasar el crecimiento y el desarrollo, aumentar el riesgo de enfermedades e incluso llevar a la muerte.

Uno de los ejes estratégicos del programa de nutrición de la fundación es la prevención de todas las formas de malnutrición en los menores de 2 años, especialmente la desnutrición: retraso de crecimiento (malnutrición crónica) y la emaciación (malnutrición aguda), las deficiencias en micronutrientes y el sobrepeso. El periodo que va desde que nace el niño/a hasta su segundo año se conoce como la ventana de oportunidad de los 1000 días. Invertir e intervenir durante este periodo tiene un impacto notable y se considera como la única opción para prevenir el retraso de crecimiento y romper el ciclo intergeneracional de la malnutrición y de la pobreza. Efectivamente, durante los primeros años de vida se crean conexiones neuronales esenciales, lo que asienta las bases de su desarrollo, aprendizaje, productividad y bienestar social. Durante la pequeña infancia, la malnutrición puede implicar un retraso en el desarrollo o una discapacidad a largo plazo, y afectar al desarrollo y al aprendizaje del niño, y luego a la productividad y a la capacidad de ganarse la vida en la edad adulta.

La lactancia es uno de los elementos que hay que priorizar durante la pequeña infancia para garantizar un buen desarrollo, ya que contribuye a un crecimiento con buena salud y al desarrollo del cerebro, protege al niño de enfermedades crónicas y potencialmente mortales y favorece la estimulación cognitiva y los vínculos entre madre e hijo. La leche materna aporta toda la energía y los nutrientes que necesita el bebé durante los seis primeros meses de vida, y continúa cubriendo la mitad o más de sus necesidades nutricionales durante el segundo semestre de vida y hasta un tercio durante el segundo año.

Es importante destacar que el hambre y la malnutrición no son solo problemas en los países en desarrollo. Incluso en países desarrollados, muchas personas no tienen acceso a alimentos saludables y asequibles.

En este Día Mundial de la Nutrición, es relevante tomar medidas para abordar el problema de la malnutrición en el mundo. Juntos podemos trabajar para asegurarnos de que todas las personas tengan acceso a alimentos saludables y nutritivos para vivir una vida sana y plena.